Puede que nunca hayas notado un problema, pero eso no significa que no lo haya habido. Los ataques automáticos, los intentos de acceso forzado o los errores de servidor no siempre avisan con un gran cartel: a veces son sutiles, invisibles… hasta que es demasiado tarde.
Si no sabes si tu web ha sufrido ataques o caídas, es probable que no tengas monitorización activa. Eso significa que estás navegando a ciegas: sin alertas, sin control y sin datos para prevenir problemas mayores. Muchas veces, los propietarios de negocios piensan que «como no vendo online», su web no es un objetivo… pero eso es un error.
Cualquier sitio puede ser atacado por bots que buscan vulnerabilidades en masa, sin importar el tipo de negocio. Desde un formulario sin protección hasta un plugin sin actualizar pueden ser la puerta de entrada a un problema mayor: desde un bloqueo completo hasta la inyección de contenido malicioso sin que lo sepas.
La seguridad no es un lujo ni una medida para grandes empresas: es una necesidad básica para cualquiera que tenga presencia digital. Por eso, conocer el estado de tu web, tener sistemas de alerta y revisar periódicamente su integridad, debería ser parte de la rutina de cualquier negocio que se toma en serio su imagen y su crecimiento online.