Hoy en día, la mayoría de los usuarios acceden desde el móvil y lo hacen con prisas.
Si tu sitio tarda más de 3 segundos en cargar, casi la mitad de las personas abandonarán antes de ver lo que ofreces. No importa lo bueno que sea tu producto o servicio si nunca llegan a verlo.
Además, Google tiene en cuenta la velocidad de carga como un factor clave para posicionarte en los resultados de búsqueda. Es decir, si tu web es lenta, aparecerás más abajo en Google, recibirás menos visitas y, por tanto, tendrás menos oportunidades de convertir.
Incluso si alguien consigue llegar, una página que tarda demasiado en mostrar imágenes o en responder genera desconfianza y frustración.
Optimizar la velocidad de carga es, en realidad, una forma de cuidar a tus clientes. Significa que respetas su tiempo, que ofreces una experiencia fluida, y que tu marca está preparada para competir en el entorno digital actual. Si tu web es más rápida que la de tu competencia, ya partes con ventaja.